¿Qué significa que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
¿Qué significa que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
¿Cómo puedo saber si estoy siendo “amigo” del “mundo”?
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” Santiago 4:4.
¿Esto qué significa? ¿Significa que si soy amigo de gente que no es cristiana, entonces soy enemigo de Dios? ¿Acaso quiere decir que debo ser grosero, antipático y frío con los no creyentes y tener una actitud “más santa que ellos” para ser amigo de Dios?
No creo que eso sea a lo que Santiago se refiere, aunque así podría ser interpretado por algunos. Muchos no pueden dar la mano a los no creyentes, o incluso tener una comida junto con ellos por miedo a volverse “inmundos.” Algunos otros se niegan a aceptar la tecnología moderna, los automóviles, los computadores, etc.… por miedo a tener “amistad con el mundo.” ¡Sin embargo, todo esto los lleva a vivir separados y a evitar el contacto con la mayoría de la gente!
Dado que Dios ama a las personas y quiere atraerlas de vuelta a Él y salvarlas y ayudarlas, tales interpretaciones tendrían el efecto contrario, ya que alejaría a las personas. En en Juan 3:16 dice: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna."
La Biblia nos dice muy poco sobre la vida de Jesús hasta los 30 años, pero podemos asumir que vivió entre la gente como una persona normal. La gente lo reconocía como el “hijo del carpintero.” Él no vivió una vida como ermitaño, separado de la gente. De hecho, durante los tres años de Su ministerio público se le conoció como el amigo de publicanos y pecadores (Mateo 11:19), pero a pesar de ello, ¡Él no era para nada amigo del mundo!
¿Qué es el “mundo”?
Ok, entonces, sabiendo esto ¿qué significa realmente la frase “la amistad del mundo es enemistad contra Dios”? Bueno, para entenderlo correctamente volvamos al principio cuando se creó el mundo. En Génesis 1:31 dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” ¡Algo debió haber cambiado luego de ese entonces para que Santiago escribiera esta advertencia!
Ese “algo” se explica en Génesis 3 y muestra los terribles cambios que la desobediencia y la caída en el pecado de la humanidad trajo consigo. Solo 3 capítulos más adelante en Génesis 6:5 se escribe: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” ¡Qué horrible desarrollo tuvo la humanidad!
En el principio, Adán y Eva solo trataban con Dios y eran influenciados por Su Espíritu y todo lo que era bueno. Pero por haber escuchado a la serpiente (Satanás), fueron influenciados por un espíritu de orgullo y maldad. Ellos mismos eligieron desobedecer a Dios, caer en pecado y separarse de Él. Por esta causa, el amor que tenían a Dios, Sus mandamientos y todo lo bueno fue reemplazado por el amor propio. Este egoísmo, es un deseo de conseguir lo que yo quiera, piense o vea sin importar lo que esté bien o mal, y se infiltró en toda la humanidad. ¡Esto es “el mundo”! ¡No es algo que está allá afuera en alguna parte! Sino que el mundo está dentro de cada ser humano. La Biblia llama a esta naturaleza humana después de la caída “la carne”, y esta carne ha afectado a todas las personas en el mundo.
El espíritu de Satanás es ahora la principal influencia en el mundo, él es el enemigo de Dios y de la humanidad, así como está escrito en Efesios 2:2-3: “… conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
En pocas palabras, los seres humanos se perdieron irremediablemente en el pecado sin tener ninguna salida, y es por eso que Dios en Su gran amor por nosotros envió a Jesús para salvarnos (Juan 3:16; Romanos 5:8). Jesús se convirtió en un ser humano y como hombre estaba sujeto a todas las debilidades que nosotros tenemos. Pudo ser y fue tentado igual que nosotros (Hebreos 4:15), pero en estas tentaciones, Él luchó y venció los deseos de su carne. Así vivió todos los días y justo antes de morir exclamó: “¡Consumado es!” El camino de regreso al Padre fue hecho, pero cada persona debe elegir por sí misma lo que va hacer.
¿Tú que vas hacer? ¿Vas hacer honesto con respecto al estado en el que te encuentras y reconocer en tu necesidad que necesitas un Salvador que te ayude a vencer el mundo de pecado dentro de ti? ¿O te engañarás a ti mismo y fingirás que todo está bien, y seguirás viviendo una mentira?
¿Qué es la “amistad con el mundo”?
La amistad con el mundo significa seguir, vivir, amar y estar de acuerdo con los deseos de la carne y el espíritu que los impulsa, esto es, ¡yo, yo, yo! ¡No puedes vivir de esta manera y ser amigo de Dios! La única forma de ser amigo de Dios es alejándose del pecado, volviéndose a Jesús, dándole todo tu corazón y siguiéndolo. Sí, la única manera es odiando a los deseos de la carne – todo egoísmo, todo orgullo y toda maldad, y asimismo amando lo que Dios ama – todo lo bueno, lo puro, lo noble y lo amable.
Los versículos en 1 Juan 2:15-17 lo dejan muy claro: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Cuando entregamos nuestros corazones y vidas a Dios a través de Su hijo Jesucristo y comenzamos a seguirlo en obediencia, somo llenados y guiados por el Espíritu Santo de Dios. Cuanto más nos liberamos de los deseos de nuestra carne (del yo, yo, yo) más somos llenados de amor, gozo, paz y de todo lo que es bueno. También somos llenados de amor por Dios y por la gente, lo cual nos impulsa a querer ayudar a las personas, así como nosotros hemos sido ayudados.
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