"MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO"


"MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO"
(Dia de reposo)

En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. (12:1)

La frase día de reposo en español y el griego sabbaton viene del hebreo shabbāt, cuyo significado básico es cese, descanso e inactividad. 

Al final de la creación “bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gn. 2:3). 

En honor de ese día, el Señor lo declaró un tiempo especial de reposo y remembranza para su pueblo, e incorporó su observancia en las exigencias de los Diez Mandamientos (Éx. 20:9-11).

Pero esa ley es la única de los Diez Mandamientos que no es moral y que es puramente ceremonial; y fue exclusiva al antiguo pacto de Israel. Por otra parte, los otros nueve mandamientos pertenecen a absolutos morales y espirituales, y se repiten y amplían en varias partes del Nuevo Testamento. 

Pero la observancia del día de reposo nunca se recomienda para los cristianos, mucho menos se da como un mandato en el Nuevo Testamento. 

Cuando Jesús empezó su ministerio, el antiguo pacto aún estaba en vigor y todos sus requisitos eran vinculantes para los judíos, el pueblo especial de ese pacto. Jesús observó toda exigencia y cumplió cada condición de las Escrituras, porque se trataba de su propia Palabra, la cual Él vino a cumplir y no a abrogar (Mt. 5:17). 

Los rabinos judios habian establecido muchas actividades prohibidas en el día de reposo estaban algunas por ejemplo: coser, arar, cosechar, trillar, cocinar, atar gavillas, aventar cereales, tamizar, esquilar, teñir, cortar, hilar, amasar, separar o entretejer dos hilos, atar o desatar un nudo, y coser dos puntos de sutura, caminar distsncias largas, y muchas resrircciones mas inhumanas.

El día de reposo era cualquier cosa menos un tiempo de reposo. Se había convertido en una jornada de frustración y ansiedad opresiva. Los judíos estaban hartos de este sistema que legalistas impíos y mundanos les habían impuesto, y en realidad se encontraban “trabajados y cargados” (Mt. 11:28).

Que Jesús fuera por los sembrados en un día de reposo con sus discípulos era en sí una violación de la tradición judía, aunque no de las Escrituras. Y el hecho de que tuvieran hambre muestra que no estaban en los campos con el propósito de encontrar algo de comer. Simplemente pasaban por allí. Debido a que habrían comido solo grano maduro, el tiempo tal vez era finales de marzo o principios de abril (cuando el cereal normalmente madura en el valle del Jordán), y por tanto cerca de la Pascua.

Jesús y los discípulos estaban empleando esta ley de la Torá, si un viajero no llevaba consigo suficientes alimentos, o si su viaje se había prolongado por alguna razón, tenía que vivir de la tierra. El Señor reconoció tal necesidad en una provisión de la ley mosaica: “Cuando entres en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciarte; mas no pondrás en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo” (Dt. 23:24-25).

Los discípulos no estaban segando en el día de reposo, lo cual estaba prohibido por la ley mosaica (Éx. 34:21), sino solo satisfaciendo su hambre de acuerdo con la provisión de Deuteronomio 23. 

Sin embargo, la tradición rabínica había interpretado de modo ridículo al hecho de frotar cereal en las manos (lo que los discípulos estaban haciendo; véase Lc. 6:1) como una forma de trillar; y consideraron soplar las cáscaras como una forma de separar el grano de la cáscara. 

El Talmud declaraba: “Si una persona hace rodar trigo en las manos para remover las cáscaras, eso es cernir. Si frota las espigas de trigo, eso es trillar. Si quita las adherencias de los costados, eso es cernir. Si aplasta las espigas, eso es moler. Y si lo lanza hacia arriba en la mano, está separando el grano de la cáscara”.

Los discípulos habían dejado todo para seguir a Jesús, y no tenían fuente de ingreso diferente a donaciones ocasionales de sus familias y compañeros creyentes. Cuando tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer, estaban actuando perfectamente dentro de sus derechos bíblicos y sociales. Vivían por fe, y la tierra les proveía justamente para tal sustento. Jesús no hizo nada por desanimar a sus discípulos, y es probable que se les uniera en comer los granos.

LA ACUSACIÓN

Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. (12:2)

Cualquiera se preguntaría qué estaban haciendo los fariseos afuera en los campos de cereal, o desde qué posición ventajosa vieron a Jesús y sus discípulos. Podría ser que se hubieran hecho ciertas excepciones para estos autoproclamados guardianes de la tradición, exactamente igual que los policías tienen el derecho de romper de manera temporal ciertas leyes durante el cumplimiento de su deber.
La acusación de que los discípulos de Jesús hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo era en sí pecaminosa, porque ponía a la tradición humana a la par con la propia Palabra de Dios. La tradición rabínica no era la legítima ley de Dios, pero muchos siglos de observancia le habían dado esa posición en las mentes de la mayoría de judíos, especialmente legalistas escribas y fariseos. 

La Torá de Dios era honrada en nombre, y era la supuesta base para las tradiciones. Pero las Escrituras no eran analizadas y obedecidas directamente; más bien se usaban como un medio para justificar las tradiciones, muchas de las cuales en realidad estaban contradiciendo e “invalidado el mandamiento de Dios” (Mt. 15:6).
Los fariseos acusaron al Señor y sus discípulos de desobedecer las tradiciones rabínicas de confección humana, pervirtiendo así la intención de Dios para el día de reposo, que era proporcionar al ser humano un día especial de descanso, no una jornada dolorosa llena de cargas.

LA INSTRUCCIÓN

Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. (12:3-8)

¿No habéis leído lo que hizo David? era un sarcasmo profundamente hiriente, porque el relato de David al que Jesús se refirió era, por supuesto, de las Escrituras, acerca de la cual los fariseos se consideraban los expertos y custodios supremos. Ellos debieron haber hecho una mueca de enfado mientras Jesús en realidad les estaba diciendo: “¿No saben ustedes maestros de las Escrituras lo que estas dicen?”.

En respuesta a la falsa acusación de los fariseos, Jesús los instruyó en cuanto a los propósitos de Dios para el día de reposo, en particular acerca de tres aspectos para los que no estaban diseñados.
Al igual que los otros nueve mandamientos, el de observar el día de reposo se dio para promover el amor tanto hacia Dios como hacia el prójimo. Los tres primeros mandamientos se refieren a mostrar el amor de Dios por medio de reverencia, fidelidad y santidad. Los otros siete se refieren a amar a las demás personas por medio de pureza, generosidad, confiabilidad y contentamiento personal, y a través de respeto por sus posesiones, sus derechos y su bienestar.
Sin embargo, los escribas y fariseos no conocían nada acerca del amor por Dios o por los hombres. Ellos eran funcionarios legalistas, atrapados en su propio sistema de tradiciones interminables e inútiles. En lugar de cumplir la ley amando al prójimo como a sí mismos (Lv. 19:18; cp. Ro. 13:8-10), intentaban cumplirla por medio de tradiciones desprovistas de amor y de vida.
Jesús reafirma aquí que el día de reposo fue dado para la gloria de Dios y para el bienestar humano. El mandato nunca tuvo la intención de restringir la expresión de amor a través de obras de necesidad, servicio a Dios, o actos de misericordia.

EL DÍA DE REPOSO NO RESTRINGE LAS OBRAS DE NECESIDAD

Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? (12:3-4)

David era el héroe supremo del judaísmo, amado y honrado incluso por sobre los patriarcas y profetas. Él fue el gran rey, profeta y guerrero. Jesús recordó a los fariseos una conocida historia acerca de David y los que con él estaban cuando huían para salvar sus vidas al sur de Gabaa a fin de escapar del celoso y vengativo Saúl. Cuando llegaron a Nob, donde estaba ubicado el tabernáculo, pidieron comida. El sacerdote Ahimelec les dio los panes consagrados de la proposición de la presencia, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes, porque en el tabernáculo no había “pan común a la mano” (1 S. 21:4).

El pan de la presencia se horneaba semanalmente, y cada día de reposo doce panes frescos (que representaban a las doce tribus) reemplazaban a las anteriores, que únicamente los sacerdotes podían comerlos. Sin embargo, en esa ocasión particular se hizo una excepción a favor de David y sus hombres, quienes estaban débiles y hambrientos. Dios no se ofendió por esa acción, y no disciplinó a Ahimelec ni a David. El Señor estuvo dispuesto a que una regla ceremonial se violara cuando hacerlo fue necesario para suplir las necesidades de su amado pueblo.
Jesús estaba diciendo que si por el bienestar de su pueblo Dios permite que su propia ley se incumpla bajo ciertas circunstancias, sin duda permite que tradiciones sin propósito y ridículas hechas por el ser humano se rompieran para ese propósito.

EL DÍA DE REPOSO NO RESTRINGE EL SERVICIO A DIOS

¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. (12:5-6)

Jesús no tuvo que explicar lo que quería decir al expresar cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo. A menudo los fariseos habían leído en la ley que a los sacerdotes no solo se les permitía, sino que se requería de ellos que hicieran muchas cosas en el día de reposo que de otra manera habrían sido violación a la ley de Dios en cuanto al descanso, por no mencionar la tradición rabínica.

En el ejercicio de sus funciones en el tabernáculo y después en el templo, los sacerdotes que estaban ministrando tenían que encender el fuego en el altar, matar los animales que debían sacrificarse, y luego levantar los cadáveres y colocarlos sobre el altar. 

En realidad, los sacrificios en el día de reposo eran sacrificios dobles, pues requerían el doble de trabajo del sacrificio normal diario (Nm. 28:9-10; cp. Lv. 24:8-9).
El fariseo más legalista consideraba a los sacerdotes que ministraban en el templo como sin culpa de profanar el día de reposo, a pesar del hecho de que trabajaban el doble de duro de lo que trabajaban los otros días. De igual manera, hasta el cristiano más legalista no considera que se esté profanando el Día del Señor cuando se predica, se enseña en la escuela dominical, se dirige un grupo de jóvenes, o se realiza cualquier otro de tales trabajos, a pesar de que esas actividades exigen mucho esfuerzo.

Jesús avergonzó y enfureció a los fariseos al señalarles la incongruencia de su manera legalista de pensar. Pero esa ira se convirtió en rabia cuando Jesús les declaró: Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. 

Incluso si los fariseos no entendieron de inmediato que Jesús se refería a sí mismo, quedaron horrorizados, porque nada, que no fuera Dios mismo, era mayor que el templo. 

En nuestra época es difícil hasta para los judíos, mucho menos para los gentiles, entender cuán altamente los judíos de la época de Jesús reverenciaban el templo.

A causa de las anteriores afirmaciones de deidad que Jesús había hecho (p. ej., 9:2-6; 11:3-5, 25-27), los fariseos probablemente comprendieron que el Señor se refirió a sí mismo como que era mayor que el templo, y que por tanto afirmaba ser Dios. Algunos momentos después disipó toda duda en las mentes de ellos en cuanto a lo que quería decir (12:8).

No obstante, el propósito inmediato del Señor no era demostrar su deidad sino señalar que, a la luz de esa deidad, tenía el derecho de abrogar las regulaciones del día de reposo, muchísimo más de lo que David había tenido el derecho de violar las leyes del tabernáculo, o más que el derecho que los sacerdotes tenían para violar las leyes del día de reposo al servir en el templo.

EL DÍA DE REPOSO NO RESTRINGE LOS ACTOS DE MISERICORDIA

Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. (12:7-8)

El tercer punto de Jesús con relación al día de reposo fue que su observancia nunca pretendió restringir las acciones de misericordia, como los fariseos habrían sabido si hubieran entendido y honrado las Escrituras como afirmaban.
Si los fariseos hubieran sabido lo que el Señor quiso decir con: Misericordia quiero, y no sacrificio, no habrían condenado a los inocentes por supuestamente violar el día de reposo. 

Solamente esa verdad única, una cita de nada menos que la mitad de un versículo del libro de Oseas (6:6a), habría sido suficiente para enseñar a los fariseos, y a cualquier judío sincero, cuál es el deseo principal de Dios para su pueblo.

Sacrificio representa aquí todo el sistema mosaico de ritual y ceremonia, el cual siempre fue de importancia secundaria y temporal en el plan de Dios. El sacrificio nunca fue más que simbólico, un medio de señalar la compasivo y futura provisión de Dios de lo que ningún ser humano, y sin duda ningún animal, podía proveer.

Observar el día de reposo era un tipo de sacrificio, un servicio simbólico al Señor en obediencia a su mandamiento. Era un recordatorio de la culminación de la creación de Dios, y una sombra del reposo perfecto que su pueblo redimido esperaba anhelante de encontrar en la salvación y en el cielo.
Incluso bajo el antiguo pacto que lo requería, la observancia del día de reposo no era un substituto para el corazón justo y la misericordia que caracteriza a los hijos fieles de Dios. Dios es misericordioso, y manda a su pueblo ser misericordioso.

En ocasiones Dios hace a un lado sus leyes por el bien de la misericordia. Si no lo hiciera, ninguno de nosotros sería salvo, o ni siquiera habría nacido, porque Adán y Eva habrían sido destruidos el momento que pecaron. No solo eso, sino que Dios ha mostrado siempre misericordia en la aplicación de los castigos temporales por incumplir sus leyes.

El deseo del Señor no es condenar a los hombres por el pecado, sino que se salven del pecado. Él solo condena a aquellos que no tienen la misericordia divina (cp. 2 P. 3:9). Y si el Dios justo y santo se caracteriza absolutamente por el amor y la misericordia, incluso hasta el punto de hacer por compasión a un lado el castigo por romper algunas de sus propias leyes para beneficio del ser humano, ¿cuánto más sus aún pecadores hijos están obligados a reflejar la misericordia de Dios?

Debido a que el día de reposo era el día especial del Señor bajo el antiguo pacto, en esa época un judío fiel habría estado especialmente preocupado de seguir el ejemplo de misericordia de Dios. Pero debido a que los fariseos y casi todos los demás judíos estaban alejados de Dios, también estaban lejos de entender la naturaleza y la voluntad del Señor. 

La instrucción de Jesús acerca del propósito de Dios para el día de reposo acusó aún más la incredulidad y dureza de corazón de los fariseos. Ellos eran los verdaderos violadores del día de reposo, porque habían “invalidado el mandamiento de Dios por [su] tradición” (Mt. 15:6). 

Quienes condenaban a los inocentes se estaban condenando ellos mismos. No se negaban a realizar actos de misericordia debido a devoción a la ley de Dios sino debido a falta de compasión.

A fin de fundamentar su autoridad para decir lo que acababa de manifestar, Jesús agregó: porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. Esa declaración debió haber dejado sin habla a los fariseos. Lo que Él había dado a entender con “uno mayor que el templo” (12:6), ahora lo establecía claramente. Jesús se puso delante de ellos y afirmó que era mayor que el templo de Dios y mayor que el día de reposo de Dios. Él era Dios, el Hijo del Hombre, el Mesías divino a quien el templo honraba y el día de reposo servía.

Puesto que el Señor del día de reposo había venido, la sombra de descanso en el día de reposo ya no era necesaria o válida. El Nuevo Testamento no requiere la observancia del día de reposo, sino que más bien permite libertad en cuanto a si se debe honrar o no algún día por sobre los demás. 

El único requisito es que, cualquier posición que se tome, debe tomarse para el propósito de glorificar al Señor (Ro. 14:5-6); y ningún creyente tiene el derecho de imponer su punto de vista a este respecto sobre alguien más (Gá. 4:9-10; Col. 2:16).

Desde los días de la iglesia primitiva (Hch. 20:7; 1 Co. 16:2) los cristianos han apartado el domingo, el primer día de la semana, como un día especial para adorar, tener comunión y dar ofrendas, porque ese es el día en que descubrieron que nuestro Señor había resucitado de los muertos. Pero el “día del Señor” no es el “día de reposo cristiano”, tal como se consideró durante muchos siglos y según hoy día lo siguen considerando muchos grupos.

Ni uno ni el otro es obligación ni requisito de guardarlo en el Evangelio de la gracia de Dios, sino el AMAR Y HACER MISERICORDIA!

Bendiciones!

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