LA LUJURIA
La lujuria generalmente se define como un fuerte deseo por algo o alguien y a menudo se usa específicamente con respecto a los deseos sexuales. La lujuria se centra en complacerse a uno mismo, a menudo sin tener en cuenta sus perjudiciales consecuencias. La lujuria está estrechamente relacionada con la codicia. Muchas lujurias o deseos egoístas se abordan específicamente en los Diez Mandamientos, como por ejemplo, cuando se ordenó al pueblo de Dios que no deseara la casa, la esposa, el ganado o las posesiones del prójimo (Éxodo 20: 14-17).
En términos de lujuria relacionada con el deseo sexual, Jesús abordó directamente este controvertido tema en su Sermón del Monte. La tradición judía a menudo enseñaba que solo la acción del adulterio era pecaminosa. Sin embargo, Jesús habló más directamente al corazón, enseñando: "Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio”. Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón." (Mateo 5: 27-28). La lujuria es un pecado tanto en el pensamiento como en la acción. La idea cultural de "Está bien mirar si no tocas" no es la enseñanza de Jesús.
La lujuria es tanto pecaminosa como una grave ofensa a Dios: "Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte." (Santiago 1: 14-15). La lujuria, ya sea sexual o no, puede conducir al pecado que conduce a la muerte.
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